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El reflujo gastroesofágico: ¿Qué es y cómo tratarlo?

La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se define como los síntomas molestos y/o complicaciones esofágicas o extraesofágicas que se generan de la regurgitación patológica del contenido gástrico a través del esófago. En la actualidad esta es una de las enfermedades del aparato digestivo de mayor prevalencia en la población occidental, se estima que entre un 7-10% de la población refiere síntomas de esta enfermedad al menos una vez en su vida, siendo uno de los motivos más frecuentes de consulta en los servicios de gastroenterología. En los últimos años, esta patología ha ganado gran importancia pues ciertos hábitos y comorbilidades pueden hacer que esta aparezca o empeore.

El reflujo se puede clasificar en 3 grandes grupos: aquellos que tienen lesiones erosivas en el esófago, aquellos que tienen lesiones en el esófago, pero no son erosivas, y por último, aquellos que presentan pirosis funcional, que se define como la presencia de síntomas sin reflujo gastroesofágico excesivo o cambios visibles en el esófago. Es importante entender que es una enfermedad que se debe a múltiples factores; es decir, no puede ser explicada por un solo motivo o trastorno. Factores como la hernia hiatal, que es cuando la parte superior del estómago protruye a través del músculo que separa el abdomen del tórax (diafragma), la disfunción del esfínter esofágico inferior (esfínter que hace que el contenido del estómago no se devuelva) y las relajaciones transitorias del esfínter, interactúan generando la sintomatología y posterior enfermedad que refieren estos pacientes. Por lo tanto, la ERGE es el resultado del desequilibrio entre factores defensivos y factores agresivos a nivel de la mucosa del esófago. Uno de los factores que se identifica afecta de manera principal ese balance, es el contenido ácido del estómago que asciende al esófago. En condiciones normales la barrera (esfínter) antirreflujo limita este paso, pero cuando esta es disfuncional, por el contrario, lo facilita.

El espectro de síntomas es muy variado, pueden ser tanto esofágicos como extraesofágicos. Dentro de los síntomas típicos o esofágicos está la pirosis, que es el más común y se define como la sensación de ardor o quemazón que surge unos 30-60 minutos posterior a la ingesta de alimentos y que en algunos casos mejora con antiácidos. La regurgitación ácida es otra queja común de los pacientes, esta consiste en el paso de material del estómago a la boca sobre todo por posturas que aumentan la presión intraabdominal como agacharse o acostarse, y que cuando se presenta de noche puede desencadenar ataques de tos o sensación de dificultad respiratoria. Las manifestaciones extraesofágicas o síntomas atípicos por su parte, son muy diversos y difíciles de identificar pues se pueden confundir con otras enfermedades y pueden estar frecuentemente relacionados con exámenes completamente normales. Dentro de los más comunes están la tos crónica, el asma bronquial, laringitis, e incluso pueden presentarse cuadros de dolor en el pecho que obligan a descartar primero infartos del miocardio. 

Para diagnosticar esta enfermedad se pueden utilizar múltiples estrategias. Lo principal como en cualquier otra afección es empezar por realizar una excelente historia clínica y examen físico, usualmente si se pregunta lo correcto se puede llegar a un diagnóstico sin necesidad de ningún otro procedimiento. Se estima que cuando la pirosis y la regurgitación son predominantes, la probabilidad de tener reflujo es de hasta el 70%. Cuando se presenta algún signo de alarma como dolor o dificultad para tragar, no hay mejoría de los síntomas a pesar del tratamiento adecuado, o los síntomas de ERGE no son tan claros, se requiere de endoscopia de vías digestivas, que es el examen de elección para evaluar la presencia de esofagitis. Existen otras pruebas como la pH-metría que es la exploración que mayor sensibilidad ofrece para el diagnóstico de ERGE, aunque no explica la causa de este y no se indica en todos los pacientes por esta razón.

Dentro de las estrategias de manejo, una de las principales y que no se puede evadir así se instauren otras terapias, es el cambio en los hábitos de vida. Es fundamental mantener una dieta saludable, evitar la ingesta de alimentos sobre todo grasos o pesados en horas de la noche o al menos dos a tres horas antes de recostarse, y mantener un peso dentro de límites normales. Existen numerosos estudios que han demostrado la correlación entre la obesidad y la ERGE, y hay evidencia que indica la eficacia de la reducción de peso en la disminución de los síntomas. Uno de estos estudios mostró que una pequeña disminución en el IMC de 3,5 kg/m2 conlleva a un 40% de disminución en el riesgo de ERGE. 

Las opciones de tratamiento médico incluyen procedimientos endoscópicos, medicación y procedimientos quirúrgicos. Dentro de la terapia oral, encontramos antiácidos como el omeprazol, que se administra 30-60 minutos antes de las comidas y ha demostrado reducir de manera efectiva los síntomas. Por su parte, la cirugía antirreflujo es un procedimiento seguro cuando es realizado por cirujanos experimentados, la mortalidad postoperatoria dentro de los 30 días es rara pero para realizarla es importante entender que la respuesta a los medicamentos es crítica; es decir, en ausencia de respuesta al tratamiento, la cirugía es poco probable que sea efectiva, aún con un monitoreo de reflujo anormal. Otra opción de manejo que ha tomado fuerza en los últimos tiempos debido a la buena respuesta que muestran los pacientes y el bajo riesgo que representa es el Stretta, un procedimiento endoscópico y ambulatorio que utiliza ondas de radiofrecuencia para fortalecer los músculos que se encargan de abrir y cerrar el esfínter esofágico inferior, que se encuentra disfuncional en el caso de la ERGE, haciendo que este se abra de manera menos frecuente y se reduzcan considerablemente los síntomas.

Por último, algunos puntos clave que pueden ayudar si ya se sufre de esta enfermedad, es disminuir la ingesta de líquidos en horas de la noche, no comer y recostarse, elevar la cabecera de la cama, evitar alimentos copiosos o que se identifique caen pesados, disminuir la cantidad de bebidas oscuras y carbonatas, no comer demás, realizar actividad física, y muy importante mantener un peso saludable. Además, siempre será fundamental estar bajo vigilancia médica, pues los profesionales de la salud encargados de este tipo de patologías están entrenados para identificar complicaciones en caso de que se presenten.

Recuerda que: En Innovación Médica contamos con productos especializados de alta calidad como el Stretta, que acompañado de un buen diagnóstico y tratamiento médico, contribuye a mejorar la salud de los pacientes. No olvides consulta siempre a un especialista.

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