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Un poco sobre microbioma: qué es y su importancia

El microbioma se define como la comunidad de microorganismos como, bacterias, hongos, virus, entre otros, que existen en un entorno específico. En el contexto de los seres humanos, este término se utiliza frecuentemente para describir los microorganismos que residen en o sobre áreas específicas del cuerpo, tales como la piel, el tracto gastrointestinal, el tracto respiratorio, la cavidad nasal, la cavidad oral y el tracto urogenital y que pueden representar entre 1 y 2 kilos del peso corporal total de un individuo. Estos grupos de microorganismos generalmente experimentan cambios constantes en respuesta a factores ambientales, incluyendo el ejercicio, la dieta, la exposición a fármacos, etc. Es importante señalar que el término "microbioma" también se refiere a todo el material genético de estos microbios. Se estima que estos microorganismos pueden superar en número a las células humanas en una proporción de diez a uno. 

El microbioma de cada individuo tiene sus propias características, debido a que la colonización con cada uno de estos microorganismos comienza en el momento del nacimiento, dependiendo de la vía del parto (vaginal o cesárea). Posteriormente, la maduración microbiana se ve influenciada por el tipo de alimentación, y el microbioma maduro de un adulto se establece alrededor de los 3 años de edad, continuando su variación a lo largo de la vida.

El estudio del microbioma humano ha experimentado un crecimiento exponencial en la última década, y su relevancia en el proceso de salud-enfermedad se hace cada vez más evidente. Un desequilibrio en la microbiota es conocida como una disbiosis y puede ser un factor crucial en el desarrollo de múltiples enfermedades, incluyendo condiciones autoinmunes, autoinflamatorias, cáncer, obesidad, depresión, síndrome metabólico, riesgo cardiovascular y diversas alergias. 

Los beneficios de un microbioma sano son amplios y tienen un impacto profundo en casi todos los sistemas corporales:

En cuanto a la digestión, los microorganismos son esenciales para la descomposición de carbohidratos complejos y otros componentes que provienen de la dieta que el cuerpo por sí solo no puede digerir o producir. Esto facilita la absorción de nutrientes vitales y la obtención de energía, además, contribuyen a la síntesis de vitaminas como la K y la B12. También, cumple un papel como barrera de defensa, inhibiendo el crecimiento de microorganismos dañinos. Por ejemplo, una microbiota intestinal sana previene la colonización por Clostridium difficile, una bacteria que produce cuadros graves de diarrea. 

Por su parte, las conexiones entre el sistema nervioso central y la microbiota intestinal a través de sustancias bacterianas que actúan como neurotransmisores o sus precursores, explican cómo un desequilibrio en el microbioma puede influir en el estado de ánimo, la regulación emocional y el desarrollo de trastornos como la ansiedad y la depresión. El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación fundamental en la regulación y producción de neurotransmisores como la serotonina. 

En cuanto a las enfermedades crónicas como la enfermedad cardiovascular y el síndrome metabólico, la dieta y la actividad física modifican los procesos metabólicos innatos del microbioma que repercuten o generan enfermedades como la aterosclerosis o rigidez y placas en los vasos sanguíneos, la trombosis y/o la insuficiencia cardíaca. Por el contrario, los probióticos pueden disminuir la presión arterial y mejorar los colesteroles.

También enfermedades como la rosácea, la dermatitis y el acné se han relacionado sobre todo en su evolución y severidad, con casos de desbalance en el microbioma e inflamación persistente. 

Es por esto que el cuidado del microbioma debería ser una prioridad para mantenerse sano. Para ello y según la evidencia clínica disponible pueden implementarse múltiples estrategias como mantener una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, los denominados prebióticos o sustancias de las que se alimentan dichos microorganismos buenos, y disminuir el consumo de ultraprocesados que, por el contrario, debilitan el microbioma. También, pueden incluirse alimentos ricos en probióticos, como el yogurt kéfir o la kombucha, que per se aportan microorganismos vivos al organismo. Hacer ejercicio de manera regular, dormir entre 6-8 horas y en mujeres, dependiendo del momento del ciclo, priorizar horas de descanso. Mantenerse bien hidratado durante el día, elegir y utilizar adecuadamente los productos de aseo y desinfección en casa, usar productos gentiles para el cuidado personal y por último tener una mascota en casa, son algunas recomendaciones que pueden seguirse en el día a día para fortalecer esta comunidad de microorganismos. Un punto bastante importante, del cual la comunidad científica hace especial hincapié, es en el uso prudente de fármacos, especialmente el uso racional de los antibióticos, los cuales pueden alterar el equilibrio de la microbiota de manera significativa y aumentar la resistencia bacteriana. 

Finalmente, es importante resaltar que se ha establecido que la salud no depende únicamente de la presencia o ausencia de un microorganismo específico, sino de la comunidad microbiana en su conjunto. El equilibrio y la diversidad de la microbiota son fundamentales para el adecuado funcionamiento del organismo. Las posibilidades futuras en este campo son infinitas, la investigación actual se enfoca en la ingeniería de la microbiota y sus metabolitos para restablecer el balance normal y modificar la historia natural de las enfermedades. Por ahora, tu tarea es diariamente poner uno de estos hábitos en práctica para tener y conservar tu salud. 

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