Los pacientes con algún grado de obesidad, deben enfrentar múltiples retos a lo largo de su tratamiento. Inicialmente, deben perder los kilos de más que están causando su enfermedad y que están deteriorando su salud, y después, ser firmes y no volverlos a ganar. Para lograr mantenerse en el peso al que llegaron, es fundamental contar con un equipo especializado que guie cada etapa del proceso. Lo principal en esta fase de mantenimiento es un plan de alimentación acompañado obligatoriamente de actividad física y cambios en la relación con la comida. 

En el ámbito de la alimentación se han propuestos diferentes regímenes a lo largo de la historia, todos con resultados en aquellos pacientes que los han seguido de manera rigurosa. No existe una dieta eficaz que sea apta para todos, por eso siempre se deben recordar tres aspectos a la hora de hablar sobre dietas:

1. No hay estudios que demuestren que alguna dieta sea mejor que otra.
2. Las dietas funcionan de manera diferente dependiendo de diversos factores individuales.
3. No hay pruebas para determinar de antemano cuál dieta funcionará mejor para un paciente.

Nunca se deberá tratar de seguir una dieta o un cambio en el estilo de vida que no se podrá o no estará dispuesto a seguir en el largo plazo, pues adoptar y abandonar dietas da lugar a ciclos de cambio de peso y, finalmente, ganancia del mismo. 

Si hay algo seguro a la luz de la evidencia actual, es que cualquier dieta como única intervención, jamás dará los resultados que se obtienen al combinar un régimen de alimentación con una rutina de ejercicio en el mantenimiento de peso. La actividad física es primordial para mantener los índices de masa corporal en rangos saludables, pues está demostrado que tiene la capacidad de reducir la resistencia a la insulina, aumentar masa muscular y reducir el porcentaje de grasa, cosas que, en resumidas cuentas, ayudan a mantener un ambiente propicio en el organismo para continuar con la pérdida de peso o a sostenerlo sin subidas abruptas; por esta razón, se recomienda moverse y establecer mínimo una rutina de 30 min al día por 4-5 días a la semana de cualquier actividad. Siempre habrá algún deporte que se acomode a los horarios, los gustos, las capacidades físicas y a la condición médica de cada individuo.  

Vale la pena considerar que, en algunas ocasiones, a pesar de hacer todo correctamente y seguir un plan bien estructurado de cambios en el estilo de vida, las cosas pueden tornarse frustrantes. Esto puede ocurrir debido a que el cuerpo llega a un punto de “comodidad” o también llamado “punto de ajuste” en el que mantenerse en ese peso saludable se hace todo un desafío, pues el cuerpo se “niega” a perder sus  reservas de energía y el tejido adiposo (grasa) secreta hormonas para evitar perder más peso y restablecer el peso corporal mas alto posible. Por este motivo no todo es cuestión de “fuerza de voluntad” o “cambios de actitud”, pues pensar esto solo conduce a los individuos a fallas y a desistir de cualquier tratamiento. Es justo en ese momento dónde más disciplina hay que tener, y de ser necesario, buscar otras herramientas que pueden ofrecer los profesionales de la salud para poder abordar ese ajuste fisiológico que hace el organismo.  

Para concluir, es importante tener en cuenta que al trazarse una meta es indispensable estructurar un plan, seguirlo al pie de la letra y acompañarse siempre de expertos en el tema. No es perder peso por perder peso, es perder kilos para ganar salud y esto es un proceso de paciencia en el que se debe contar con una asesoría permanente y especializada.

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