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Aproximadamente el 30% de la población tiene en su cuerpo alguna cicatriz producto de un accidente o lesión sufrida durante el transcurso de la vida. La cicatrización es la reparación de una herida mediante un proceso biológico simultáneo que involucra migración, depósito, síntesis y división de células y proteínas, lo cual genera un producto final de tejido no funcional denominado cicatriz. Estas además de ser un tejido diferente, pueden ser dolorosas y/o restringir la movilidad cuando se encuentran próximas a una articulación.
La piel, es el órgano más grande del cuerpo y comprende tres capas funcionales denominadas epidermis, dermis e hipodermis. Cada una de ellas tiene un rol importante dentro de cualquier proceso que se genere en la piel. La epidermis es la barrera permeable principal del organismo, cumpliendo con una función inmunológica importante al mantener los patógenos fuera del cuerpo. La dermis es la capa donde están contenidas gran parte de las estructuras vasculares, nerviosas y glandulares. Es la principal protección contra injurias mecánicas gracias a que provee elasticidad y fuerza tensil a la piel, razón por la cual es clave en los procesos de reparación debido a que es rica en células productoras de sustancias como el colágeno. Por último, la hipodermis, es la capa de la piel donde se almacena la grasa a través de los adipocitos, células que guardan los lípidos como reserva energética.
Siempre que la epidermis experimente una lesión y se comprometa la dermis, cabe la posibilidad de que aparezca un tejido cicatricial, pues el organismo es capaz de reparar, mas no de sustituir el tejido altamente especializado como el de la dermis. De hecho, las cicatrices cuentan con unas características específicas gracias a que son tejido conectivo menos vascularizado, elástico y resistente, además irregular y con tonalidad diferente a la piel del individuo. La cicatrización es entonces un proceso complejo y dinámico que se enfoca en reparar el daño mediante una secuencia de eventos biológicos que se pueden dividir en tres fases: inflamatoria, proliferativa y de remodelación.
Fase inflamatoria
Es lo primero que ocurre inmediatamente se presenta la lesión y hasta por los primeros 10 días después del suceso. Consiste principalmente en todos los eventos vasculares que se desencadenan en los cuales se busca controlar el sangrado gracias a la activación de la cascada de coagulación y células plaquetarias que forman un tapón. Esta se divide en tres grandes etapas: hemostática, vascular y celular, donde se genera una respuesta que permite la migración de células especializadas que se encargan de limpiar la herida de cualquier material extraño que la pudiese haber contaminado, y que en segunda instancia activan factores de crecimiento que inician la reconstrucción del tejido.
Fase proliferativa
Esta etapa suele durar semanas y se caracteriza por la división celular y la migración de células como los fibroblastos que producen colágeno y queratinocitos. Estos comienzan a sintetizar factores de crecimiento los cuales estimulan la proliferación, la síntesis de proteínas y la formación de nuevos vasos sanguíneos; todo necesario para la reparación cutánea.
Fase de remodelación
La remodelación es un proceso dinámico de maduración de la cicatriz que puede durar meses o años; consiste en el depósito y destrucción de colágeno, lo que le otorga a la cicatriz más fuerza y estabilidad. Sin embargo, se trata de un proceso imperfecto y el colágeno de la cicatriz no alcanza el patrón de organización de la piel normal, por lo que la fuerza tensional de una cicatriz nunca es igual al de la piel sana.
Aunque el cuerpo pueda realizar todas estas fases de cicatrización de manera autónoma, el resultado puede mejorar si se apoya el proceso desde diferentes ámbitos. Múltiples aspectos influyen, entre ellos: la salud vascular, los antecedentes personales y enfermedades asociadas, el uso de medicamentos, el entorno de la persona y uno de los más importantes, el estado nutricional y metabólico. Como se menciona en las diferentes etapas, están involucradas varias proteínas y factores de crecimiento que dependen de una adecuada ingesta de aminoácidos, vitaminas y minerales. Por eso, alimentarse bien es el primer paso en el cuidado de cualquier herida.
También, es fundamental mantener un ambiente propicio para que el tejido se pueda regenerar. Por eso, es importante prevenir las infecciones lavando los residuos que puedan haber quedado posterior a la lesión, con agua y jabón en caso de no contar con solución salina o suero fisiológico, evitando agentes citotóxicos como los jabones yodados o los agentes irritantes. Se recomienda también mantener un ambiente húmedo de forma continua, debido a que la cicatrización será mucho mejor, rápida y eficiente. Por eso se recomienda usar diferentes tipos de apósitos o vendajes posterior a la aplicación de agentes cicatrizantes o reparadores que aporten humedad, mantengan alejada del medio ambiente la lesión y mejoren el ambiente de la herida.
Todo dependerá del tipo de lesión, el lugar del cuerpo donde se encuentra y la forma en la que se ocasionó. No es lo mismo el abordaje de una quemadura, raspón, cortada o cualquier otro mecanismo de trauma, por eso, acompaña siempre tu proceso de un profesional debidamente entrenado que pueda dar las pautas más indicadas según cada caso.
RECUERDA QUE: En Innovación Médica contamos con productos tópicos y nutricionales especializados para contribuir a un proceso de cicatrización integral y adecuado.
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